El trigo y la cebada respiran aliviados: el Gobierno extiende la baja de retenciones, pero la soja queda afuera.

Por redacción

En medio de un año desafiante para el agro, el Gobierno nacional decidió renovar el gesto hacia los cultivos de invierno. La noticia llegó de la mano del ministro de Economía, Luis Caputo, quien confirmó que la baja en las retenciones para el trigo y la cebada se extenderá hasta marzo de 2026, asegurando alivio fiscal para los productores en plena etapa de siembra de la cosecha fina.

La decisión, que fue comunicada a través de la red social X, garantiza que estos dos cultivos —que en conjunto representan unos 4.000 millones de dólares anuales en exportaciones— mantendrán alícuotas reducidas por nueve meses más. Pero la resolución también marcó una línea divisoria clara: la soja, el maíz, el girasol y el sorgo, todos cultivos de la cosecha gruesa, volverán a tributar retenciones más elevadas a partir de julio.

“Extendemos hasta el 31 de marzo la baja temporal de retenciones para el trigo y la cebada”, escribió Caputo. Y con esa frase, ratificó una política que apunta a sostener la competitividad de algunos cultivos, mientras otros quedan fuera del beneficio.

La decisión se da en un contexto de fuertes presiones por parte del sector agroexportador, que reclama reglas claras y estables para planificar a largo plazo. Desde entidades como CIARA y CEC —que agrupan a exportadores y la industria aceitera— celebraron la medida, pero pidieron que el mismo alivio se extienda a la soja y al maíz, pilares clave del complejo exportador argentino.

Un guiño que llega con advertencias

La medida actual no es nueva: fue implementada a fines de enero mediante el decreto 38/2025, en el marco del paquete de reformas económicas impulsadas por el Ejecutivo. Ese decreto había reducido de forma temporal los derechos de exportación de varios productos, con el compromiso de devolverlos a los niveles previos a partir del segundo semestre del año. La continuidad en la reducción para trigo y cebada se lee como una apuesta estratégica, en un momento donde el Gobierno busca acelerar la recuperación económica sin resignar ingresos clave.

Pero el alivio viene con condiciones. Para acceder al beneficio, los exportadores deberán seguir liquidando el 95% de las divisas en un plazo de apenas 15 días, la mitad del tiempo habitual. Es una forma de asegurar que los dólares lleguen al Banco Central en tiempo y forma, en un contexto de reservas todavía frágiles.

Soja y maíz: la otra cara de la moneda

A partir de julio, la soja volverá a tributar una retención del 33%, el maíz un 12%, y el girasol cerca del 7%, revirtiendo así el esquema temporal que rigió desde enero. La decisión, aunque esperada, reaviva tensiones con los productores de la zona núcleo, que señalan que el diferencial de trato entre cosecha fina y gruesa impacta en la planificación y, sobre todo, en la rentabilidad.

Desde el Gobierno, sin embargo, argumentan que la reducción fue siempre transitoria. El propio presidente Javier Milei lo había advertido semanas atrás, al anunciar la “fase tres” del plan económico, que incluye la salida del cepo y una nueva estrategia cambiaria.

“Dijimos que eran medidas temporales. Si tienen que liquidar, háganlo ahora porque en julio las retenciones vuelven”, había afirmado Milei en una entrevista radial.

Economías regionales, sin retenciones

En paralelo, el Ejecutivo también confirmó que varias producciones regionales mantendrán retenciones cero de manera permanente. Azúcar, algodón, cuero bovino, tabaco, arroz y madera son parte del grupo beneficiado, que en conjunto generó más de 1.100 millones de dólares en exportaciones durante 2024. El costo fiscal de esta exención se estima en unos 800 millones de dólares, pero el Gobierno apuesta a que el estímulo genere mayor producción, empleo y divisas.

Un escenario en evolución

La extensión de la baja de retenciones para el trigo y la cebada muestra que el Ejecutivo busca sostener estímulos puntuales mientras avanza en su plan de ordenamiento fiscal. Pero también deja claro que no todos los sectores serán tratados por igual. Mientras la cosecha fina respira con algo más de oxígeno, la gruesa ya toma nota del regreso del viejo esquema tributario.

En el agro, el mensaje fue recibido con una mezcla de alivio y cautela. Porque si algo ha quedado claro en este nuevo ciclo político, es que cada decisión económica está pensada con bisturí, y que el campo, una vez más, tendrá que ajustar su planificación al ritmo de un tablero que no deja de moverse.

Difunde el contenido