Villa Regina, en vilo: la caída del comercio refleja una crisis que va más allá de las vidrieras. audio

Por redacción:
Mientras la inflación se desacelera, el consumo no repunta. En la ciudad rionegrina, los comercios sienten con fuerza el vacío en las calles. La recesión avanza y todo indica que una de las claves está en la fruticultura, un motor económico que dejó de traccionar.
Una ciudad que enciende sus luces, pero vende cada vez menos
Las calles de Villa Regina(RN), siguen encendiendo sus luces cada atardecer. Las persianas suben. Las ofertas se actualizan. Pero los pasos son pocos. Los comerciantes miran hacia afuera con una mezcla de expectativa y resignación. El cliente no llega, o llega menos, o mira y se va. En cada mostrador se repite una misma escena: la caída de las ventas se ha vuelto estructural, sostenida, persistente.
Desde la Cámara de Comercio, Industria y Producción de la ciudad encendieron una señal de alarma. La baja en el consumo afecta a casi todos los rubros, incluso aquellos que históricamente ofrecían resistencia frente a los vaivenes del contexto económico nacional.
En una entrevista radial exclusiva, Walter Fiore, presidente de la entidad, analizó en profundidad este fenómeno. Reconoció que, aunque los indicadores macroeconómicos muestran una desaceleración inflacionaria, el bolsillo de las familias no logra recuperar capacidad de compra. La financiación existe, sí, pero no hay margen para endeudarse. El dinero no alcanza, y eso se traduce en locales vacíos, góndolas inmóviles y un circuito económico que se enfría día a día.
Una recesión que no distingue rubros
“El impacto es general”, señaló Fiore. La frase es breve, pero demoledora. La recesión golpea por igual a indumentaria, ferreterías, almacenes, electrodomésticos, y servicios. No hay rincón de la actividad comercial que no esté sintiendo el freno.
¿Es culpa del avance del comercio electrónico? ¿De un cambio cultural en los hábitos de consumo? La Cámara lo descarta. Los números que manejan desde CAME (Confederación Argentina de la Mediana Empresa) son claros: el problema no es cómo se compra, sino que ya no se puede comprar.
Fruticultura: la crisis de fondo que explica el presente
En ese contexto, una hipótesis comienza a tomar cada vez más cuerpo: la crisis de la fruticultura regional sería una de las causas ligada al desplome del comercio. Villa Regina es tierra de peras y manzanas, de galpones, cosechas y cuadrillas. Pero en los últimos años, esa maquinaria productiva ha comenzado a desacelerarse.
Hoy hay menos cosechadores, menos cajas, menos actividad en chacras y galpones. Eso implica menos salarios, menos jornales y, sobre todo, menos dinero circulando en la ciudad. Lo que antes era una inyección estacional al consumo, ahora se ha convertido en un vacío que se extiende todo el año.
La cadena frutícola arrastra una crisis que no es nueva, pero sí más visible que nunca. Y como toda crisis estructural, tiene un efecto dominó que impacta de lleno en la vida urbana, el empleo, el comercio y el ánimo colectivo.
Costos, tarifas y una preocupación que escala
La erosión no es solo del salario: también lo es de los márgenes de los propios comerciantes. Aumentos en las tarifas de servicios básicos, costos logísticos crecientes y una caída generalizada de la rentabilidad convierten al día a día en una carrera de resistencia. “Aunque la inflación se haya estabilizado, lo que la reemplazó es una recesión aún más profunda”, advirtió Fiore.
Desde la Cámara explican que están en diálogo constante con entidades nacionales y funcionarios de alto rango, buscando herramientas que permitan revertir esta tendencia. Aunque aún no hay anuncios concretos, el trabajo institucional continúa. Pero el tiempo apremia.
Un tejido social que resiste, pero necesita señales
Villa Regina tiene una identidad comercial fuerte, tejida por generaciones de emprendedores, pequeñas y medianas empresas, y familias que hicieron de sus locales parte del paisaje urbano. Sostener ese entramado no es solo una cuestión económica: es también preservar el alma de una ciudad.
En momentos donde las estadísticas duelen, las respuestas deben ir más allá de los números. Invertir en el comercio local es sostener el empleo, la dignidad, la comunidad. Y también creer en la posibilidad de que, a pesar de todo, volverá el tiempo en que las calles vuelvan a llenarse de gente, las bolsas de productos y las sonrisas compartidas entre vecinos.
Para comprender en profundidad esta situación y conocer las líneas de acción propuestas por la Cámara de Comercio, te invitamos a escuchar la entrevista completa con Walter Fiore, presidente de la entidad, disponible en nuestras plataformas.