Transporte marítimo 2025: la tormenta silenciosa que ya afecta al comercio agroalimentario
El transporte marítimo, columna vertebral del comercio mundial, atraviesa un escenario de tensiones y cambios que impactan de lleno en la producción y en las economías agroexportadoras. Así lo describe el Informe sobre el Transporte Marítimo 2025, publicado esta semana por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD).
El documento advierte que el comercio marítimo crecerá apenas un 0,5 % en 2025, tras un 2024 que había mostrado un repunte del 2,2 %. El freno no solo refleja la desaceleración global: también responde a un entramado de factores que combinan conflictos geopolíticos, desvíos de rutas, sobrecostos ambientales y volatilidad extrema de los fletes.
Un golpe directo a las economías agroexportadoras
Para países productores de alimentos —como la Argentina y buena parte de América Latina— el diagnóstico de la UNCTAD es más que un dato técnico. La región depende de barcos para mover granos, carnes, frutas y vinos hacia los mercados internacionales. Con tarifas de flete que en 2024 llegaron a duplicar y hasta triplicar los valores de 2023, la ecuación comercial se vuelve mucho más ajustada.
Un embarque de manzanas del Alto Valle, un contenedor de carne enfriada rumbo a Europa o un buque cargado de maíz para el norte de África encuentran hoy mayores obstáculos: viajes más largos, mayores costos de combustible y primas adicionales de seguro. En un mercado donde cada dólar cuenta, la volatilidad de los fletes erosiona márgenes y amenaza la competitividad.
Las causas de la tormenta
El informe identifica cuatro vectores principales:
Tensiones geopolíticas: el conflicto en el Mar Rojo y otros puntos estratégicos obliga a las navieras a desviarse miles de millas, encareciendo operaciones.
Políticas comerciales restrictivas: nuevos aranceles y regulaciones, sobre todo en Estados Unidos y Asia, presionan aún más sobre las cadenas logísticas.
Demanda y oferta desbalanceadas: algunos segmentos que transportan granos, enfrentan picos de demanda que superan la disponibilidad de flota.
Regulación ambiental: la transición hacia combustibles más limpios y la futura aplicación de precios al carbono generan costos adicionales que aún no logran absorberse en toda la cadena.
Riesgos y oportunidades
La UNCTAD advierte que los países en desarrollo —en particular los pequeños estados insulares y las economías con alta dependencia de importaciones— son los más expuestos a esta volatilidad. Pero también señala que la modernización portuaria, la digitalización y la inversión en buques más limpios pueden convertirse en ventajas competitivas para quienes se adapten primero.
En el caso del agro argentino, la discusión trasciende al comercio exterior: se trata de la seguridad alimentaria global y del rol que la región puede jugar en un escenario de rutas más largas y mercados más selectivos.
Una agenda impostergable
El documento proyecta que, entre 2026 y 2030, el comercio marítimo crecerá en torno al 2 % anual. Sin embargo, el crecimiento por sí solo no garantiza estabilidad. La clave estará en reducir la exposición a shocks externos y en sostener políticas que acompañen a las economías exportadoras en este nuevo tablero.
Mientras tanto, en cada puerto argentino se siente una realidad compartida: el costo de llegar al mundo es cada vez más incierto. Y en el agro, donde la planificación es parte de la supervivencia, esta volatilidad marítima se convierte en una de las tormentas silenciosas más difíciles de navegar.