Transformar descarte en abrigo: el INTA impulsa aislantes térmicos con lana ovina sin valor textil.
Audio: Lucas Zanovello, diseñador industrial e investigador del Instituto de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Agricultura Familiar (IPAF) del INTA Patagonia.
Una innovación nacida en la Patagonia propone dar valor a millones de kilos de lana gruesa que hoy se entierran o queman. El objetivo: construir viviendas dignas, sustentables y con arraigo rural.
Por Redacción
En la Patagonia y otras regiones ovinas del país, hay un material noble, abundante y hasta ahora ignorado: la lana gruesa de ovejas que no producen vellón de exportación. Esa lana, considerada “sin valor textil”, era quemada o enterrada año tras año. Hoy, gracias a una tecnología desarrollada por el INTA, ese descarte se convierte en aislante térmico de alta eficiencia, útil para pisos, paredes y techos. Y detrás de esa transformación hay mucho más que innovación: hay inclusión, soberanía constructiva y economía circular.
“Los productores tenían en las manos un recurso que se estaba desechando. Decidimos acompañarlos para que lo transformen en un material útil, sustentable y comercializable”, explica Lucas Zanovello, diseñador industrial e investigador del Instituto de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Agricultura Familiar (IPAF) del INTA Patagonia.
El proyecto nació en 2017 en la Línea Sur rionegrina, una zona donde muchas familias crían ovejas para carne y la lana suele ser un subproducto sin salida comercial. “Pensamos no solo en valorizar un residuo, sino también en mejorar las condiciones habitacionales de quienes viven en zonas rurales, muchas veces en viviendas precarias y expuestas al frío”, cuenta Zanovello.
La lana de mecha gruesa, que no se utiliza en la industria textil, tiene propiedades físico-químicas que la convierten en un excelente aislante térmico y acústico. Con un protocolo accesible, el proceso comienza con el lavado, sigue con un tratamiento con sales de boro —que la hace resistente a plagas y al fuego— y finaliza con una apertura que la deja lista para su aplicación. El resultado es un aislante a granel que puede colocarse con sopladoras o a mano.
Sustentabilidad en acción
Argentina no contaba, hasta ahora, con aislantes comerciales que no dependieran de recursos fósiles o minerales. Esta solución propone una alternativa de bajo impacto ambiental, hecha con insumos locales y que puede escalarse desde unidades familiares hasta emprendimientos más grandes.
En San Luis, por ejemplo, un productor ovino y veterinario primero aisló su casa con lana. El resultado fue tan positivo que montó una pequeña planta para elaborar y comercializar bolsas de aislante. Lo mismo ocurrió en El Bolsón, donde una cooperativa de mujeres bioconstructoras produce su propio aislante en bolsas de un kilo. O en Dina Huapi, donde el Mercado de la Estepa incorporó esta tecnología para abastecer a las familias de la región.
“En cada nodo productivo, el INTA acompaña con capacitaciones teóricas y prácticas, además de asesorar en la adecuación de maquinaria existente o necesaria”, señala Zanovello.
Aislante con sentido de arraigo
El impacto del proyecto no se mide solo en eficiencia térmica, sino en el empoderamiento de comunidades rurales que ahora generan valor con lo que antes descartaban. Cooperativas, pymes, familias productoras y arquitectos ven en esta innovación una oportunidad para construir con identidad territorial.
La lana que antes se quemaba hoy abriga casas, genera ingresos, reduce la huella ambiental y fortalece el arraigo. Es, en definitiva, una síntesis del campo que se reinventa.
En un momento en que se discute el cierre de agencias territoriales del INTA, iniciativas como esta demuestran cuán indispensable es su presencia en el entramado rural argentino. Porque detrás de cada innovación que mejora vidas, hay un equipo técnico comprometido con el arraigo, la sustentabilidad y el desarrollo federal.
Escuchá la entrevista completa con Lucas Zanovello, investigador del INTA, donde cuenta cómo transformar lana en aislante y construir futuro desde la ruralidad.
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