Se destrabó el conflicto del langostino: la flota vuelve al mar y se buscan salvar USD 300 millones en exportaciones
Por Redacción.
Después de casi cinco meses de parálisis, discusiones ásperas, pérdidas millonarias y un sector entero en vilo, este viernes 2 de agosto se firmó el acuerdo que muchos daban por imposible: la flota volverá a operar, gracias a una resolución alcanzada en la Secretaría de Trabajo entre las cámaras empresarias y el gremio SOMU. El mar, por fin, deja de ser silencio.
El anuncio no solo habilita la tan esperada zafra del langostino en aguas nacionales, sino que también reactiva una de las actividades exportadoras más valiosas del país, con un volumen estimado de USD 300 millones que estaban en riesgo. La pesca vuelve a latir y, con ella, más de 5.000 puestos de trabajo directos e indirectos en puertos patagónicos que habían entrado en un estado de parálisis sin precedentes.
Acuerdo clave tras meses de tensión
El conflicto giraba en torno a la validez de un convenio colectivo firmado hace casi dos décadas, cuando el precio del langostino superaba ampliamente los niveles actuales. Las cámaras empresarias —entre ellas CEPA, Capip y Capeca— sostenían que los premios por producción se habían vuelto inviables. Del otro lado, el SOMU defendía con firmeza los derechos adquiridos de los trabajadores.
La presión vino desde adentro: marineros autoconvocados, con sus familias al borde del colapso económico, comenzaron a exigir al gremio una salida. Fue esa voz, más cercana al hambre que al estatuto, la que terminó torciendo el rumbo de una negociación empantanada.
Impacto humano: volver al mar, volver a vivir
En Puerto Madryn, Rawson y Mar del Plata, la noticia trajo alivio. “Cinco meses esperando… con la heladera vacía, con deudas, con chicos que preguntaban por qué papá no se iba al barco”, contó Jorge, marinero de 42 años, con la voz quebrada al enterarse del acuerdo. En los puertos, el sonido de motores en marcha volvió a sentirse como una señal de esperanza.
El impacto va más allá del mar: estibadores, mecánicos navales, transportistas, plantas de procesamiento y comercios locales se reactivan en cadena. Es un círculo virtuoso que venía detenido por un nudo político-gremial difícil de desatar.
La carrera por recuperar exportaciones
Con el acuerdo firmado, el sector se enfrenta ahora a una nueva urgencia: aprovechar lo que queda de la temporada. El langostino es un recurso migratorio: no espera a nadie. La ventana operativa es corta, y cada día perdido puede implicar toneladas que se van mar adentro.
Sin embargo, hay optimismo. “Si los barcos zarpan este fin de semana y las condiciones del recurso acompañan, podemos rescatar gran parte de lo proyectado”, estiman desde las cámaras.
Una lección de fondo
Lo que deja este episodio no es menor: el vacío del Estado como mediador fue evidente. El conflicto se prolongó durante meses sin una mesa tripartita real, dejando a trabajadores y empresarios librados a su suerte. El acuerdo llegó recién cuando el malestar social comenzó a escalar dentro y fuera del sector.
A su vez, el sistema de premios, los convenios envejecidos y la falta de adaptabilidad del modelo laboral en la pesca son temas que siguen pendientes. El acuerdo alcanzado no es definitivo: las negociaciones para 2026 serán el verdadero test de madurez para una actividad clave en la economía argentina.
La pesca vuelve. El langostino también. Y con ellos, la dignidad de miles de trabajadores que, durante meses, vieron cómo el mar estaba ahí… pero no podían alcanzarlo. El acuerdo no borra el conflicto, pero al menos, devuelve el rumbo.