Patagonia en defensa propia: El gobierno prorrogó por 60 días la suspensión del ingreso de carne con hueso.

El gobierno prorrogó por 60 días la suspensión del ingreso de carne con hueso. En el sur, el campo resiste por algo más que una barrera: lucha por su identidad, su economía y su futuro exportador.

Por Redacción

Esta semana, el gobierno nacional decidió prorrogar por 60 días la suspensión de una medida que, de haberse aplicado, habría permitido el ingreso de carne con hueso desde zonas del país con vacunación contra la fiebre aftosa hacia la Patagonia, única región declarada libre de la enfermedad sin necesidad de vacunación. La prórroga llega a días del vencimiento del plazo de 90 días que había establecido en marzo la resolución 186/2025 del Senasa.

La nueva resolución 419, publicada en el Boletín Oficial, funciona como un freno más a un intento de flexibilización sanitaria que desató una tormenta política, comercial y emocional en la región.

Esperar para no romper

Desde el Ejecutivo explicaron que la decisión busca ganar tiempo hasta recibir las respuestas formales de países con los que Argentina tiene relaciones comerciales sensibles: Chile, la Unión Europea y otros destinos que compran carne patagónica precisamente por su estatus diferenciado.

En el caso de Chile, aseguran que la respuesta fue positiva: el tránsito de hacienda desde Tierra del Fuego a Santa Cruz —que debe atravesar territorio chileno— no se vería afectado. Pero en Bruselas todavía hay silencio. Y en ese silencio crece la ansiedad, el temor y la sospecha.

“¿Qué pasaría si Europa decide que ya no somos una zona libre sin vacunación?”, se preguntan desde las cámaras frigoríficas ovinas y bovinas del sur. “¿Quién pagaría el costo de esa decisión?”.

Carne, campo y sentido de pertenencia

La fiebre no es solo aftosa. También es política. También es cultural. Porque detrás de cada resolución sanitaria hay vidas, paisajes y un tipo de producción que no entra en Excel.

En el Alto Valle de Río Negro, por ejemplo, un kilo de asado puede superar los $18.000. En Buenos Aires, se consigue por menos de la mitad. ¿El motivo? Escasez de oferta y altísimos costos logísticos. Uno de los argumentos del Gobierno para justificar la apertura fue justamente el abaratamiento de la carne en góndola. Pero para muchos productores del sur, esa lógica es lineal, corta y dañina.

“Quieren que entre carne más barata, pero el precio lo terminamos pagando nosotros, con mercados cerrados y campos abandonados”, dice María, productora ovina de Chubut. “Esto no se arregla bajando barreras, se arregla fortaleciendo la producción local”.

La región patagónica cuenta con unas 1,2 millones de cabezas de ganado vacuno y alrededor de dos millones de ovinos. Si esa carne accede a mercados premium es justamente por el valor de su estatus sanitario. Cederlo sería hipotecar la ventaja más estratégica de su ganadería.

Una barrera que construye

La prohibición de ingreso de carne con hueso desde el resto del país rige desde 2001, cuando un rebrote de fiebre aftosa sacudió al país. Desde entonces, la Patagonia construyó un modelo productivo diferencial, con estrictos controles, altísimos costos internos… y resultados: mercados abiertos, trazabilidad, confianza internacional.

La medida de marzo, que fue duramente criticada por asociaciones rurales, cámaras frigoríficas y gobernadores del sur, fue interpretada como una decisión inconsulta, apurada y riesgosa. En un documento conjunto, los actores del sector la calificaron como “un retroceso sanitario y comercial que pone en riesgo lo construido durante más de 20 años”.

Hoy, con la prórroga en marcha, se abre una ventana de negociación. Pero también una advertencia: el sur está dispuesto a resistir. No solo por razones sanitarias. También por identidad. Porque, como dice otra voz de la meseta, “cuando sos la última línea antes del desierto, cuidás cada metro como si fuera tu casa”.

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