Norpatagonia unida: Río Negro y Neuquén consolidan una región con visión productiva, estratégica y común

Los gobiernos de Río Negro y Neuquén firmaron un histórico acuerdo de cooperación que inaugura una agenda compartida para el desarrollo productivo de la Norpatagonia. Con una mirada integral sobre sus recursos, planifican políticas conjuntas en ganadería, agricultura, energía, turismo y más. La unión de dos provincias que decidieron pensar como una sola región.
Por Redacción.
El río Limay no divide: une. Así quedó demostrado en el Primer Encuentro para el Desarrollo de la Norpatagonia, donde los gobiernos de Río Negro y Neuquén decidieron formalmente avanzar en una integración regional inédita. El resultado no es menor: una agenda común, sostenida por la voluntad política de ambos gobernadores, que trasciende fronteras provinciales para impulsar el crecimiento económico, social y productivo del sur argentino.
En el Centro de Convenciones de Domuyo, en la ciudad de Neuquén, las máximas autoridades de ambas provincias –incluidos los gobernadores Alberto Weretilneck y Rolando Figueroa, junto a sus gabinetes completos– trabajaron codo a codo durante una jornada intensa. El objetivo: diseñar políticas públicas que permitan aprovechar en conjunto los recursos estratégicos que comparten, desde el potencial agroindustrial y energético hasta la educación, la salud, y el combate al narcotráfico.
“Compartimos recursos naturales, productivos, turísticos y logísticos. Tenemos el desafío de pensar la región como una sola unidad”, sostuvo el ministro rionegrino de Desarrollo Económico y Productivo, Carlos Banacloy.”
Y no se trató sólo de buenas intenciones. Durante el encuentro se firmó un acta acuerdo con definiciones concretas: armonizar normas y sistemas, coordinar acciones en seguridad y salud, crear estrategias conjuntas de desarrollo turístico y agrícola, y compartir herramientas fiscales, estadísticas y de modernización del Estado.
Una Norpatagonia pensada con lógica de región
Las mesas de trabajo pusieron especial énfasis en áreas clave como infraestructura, energía, producción y políticas sociales. El diálogo entre equipos técnicos permitió detectar oportunidades concretas de articulación, desde la duplicación del tercer puente interprovincial hasta la creación de unidades fiduciarias conjuntas para atraer inversión internacional.
El enfoque es claro: no competir entre provincias, sino colaborar. Esta visión se refleja en el impulso a circuitos turísticos integrados –como la Ruta del Vino y la pesca deportiva–, en la armonización de tasas y normas ambientales, y en la promoción de cadenas agroindustriales con valor agregado regional.
Rubén Etcheverry, ministro neuquino de Planificación, destacó la importancia de “intercambiar información entre ambas provincias en áreas como Rentas, Recursos Humanos y Economía para agilizar gestiones y generar estadísticas comunes que nos permitan tomar mejores decisiones”.
Desde Río Negro, Banacloy subrayó también la necesidad de una estrategia conjunta en torno a la barrera sanitaria, el manejo de incendios y el uso responsable del agua: “El estatus sanitario representa el ingreso a la Patagonia. Debemos pensar en una estrategia común, con mirada local y acción conjunta”.
Cuando la cooperación es respuesta a los desafíos
En un contexto nacional donde las políticas públicas pierden protagonismo en la agenda central, ambas provincias marcaron la diferencia: eligieron priorizar la integración para optimizar recursos, proteger derechos y mejorar la calidad de vida de sus habitantes.
“En tiempos donde el Gobierno nacional solapa las políticas públicas y les quita importancia, nosotros tenemos dos gobernadores que han decidido trabajar juntos y cuidar lo que hemos conquistado”, afirmó la ministra neuquina Julieta Corroza.”
El acuerdo no sólo tiene implicancias en la gestión local, sino también en el plano internacional. Los temas abordados serán parte del próximo Comité Binacional Argentina-Chile, previsto para el 25 y 26 de junio, donde Río Negro y Neuquén se presentarán como una Norpatagonia unificada y con visión de futuro.
La experiencia plantea una lección más amplia para el federalismo argentino: cuando los territorios dialogan, priorizan y planifican juntos, el desarrollo deja de ser una promesa y se convierte en un proyecto concreto, con identidad regional y vocación estratégica.
Un paso firme hacia el desarrollo equilibrado de la Norpatagonia. Una región que elige la integración como motor del futuro.