Neuquén apuesta fuerte: productores de frutos secos inspirados en España para modernizar la cadena productiva
Una delegación de productores de frutos secos de Neuquén viajó recientemente a España en una misión técnica reconocida como clave para el futuro del sector. El propósito: observar de primera mano tecnologías avanzadas, cadenas de valor integradas y modelos agrícolas que ya funcionan con éxito, para adaptarlos a la realidad local.
Alejandro García, referente del programa de Frutos Secos del Centro PyME-ADENEU, explica que este viaje marcó un punto de inflexión. Los técnicos y productores locales lograron identificar varias líneas de acción concretas —desde mecanización hasta genéticas y riego— que se perfilan como estratégicas para fortalecer la producción de almendros y pistachos en la provincia.
Lo aprendido en España: tecnología, variedades y modelos integrados
Durante la gira, que incluyó visitas a centros especializados como el Mas Bové-IRTA y plantaciones en Caspe, Zaragoza, Toledo y otras localidades, los productores neuquinos recorrieron ensayos de especies y tecnologías de punta:
Sistemas de poda mecanizada, que prometen acelerar los procesos y reducir costos laborales.
Prácticas modernas de postcosecha enfocadas en mantener calidad, reducir mermas y mejorar el valor del producto terminado.
Combinaciones de variedades y portainjertos adaptados a condiciones climatológicas parecidas a las del Alto Valle, como la variedad Marinada.
Experiencias con plantaciones súper intensivas de pistacho, con más eficacia en el uso del espacio, mayor rendimiento por hectárea, y modelos que podrían adaptarse al riego neuquino.
Panorama local: lo que ya se hizo y hacia dónde va Neuquén
Neuquén no parte desde cero. El programa de Frutos Secos del Centro PyME-ADENEU viene promoviendo la reconversión productiva, asistencia técnica, capacitaciones y financiamiento para productores dispuestos a incursionar en almendros, nogales y recientemente pistachos.
Algunas cifras que muestran el crecimiento:
La superficie plantada ha aumentado sustancialmente, con cientos de hectáreas nuevas destinadas a frutos secos.
Localidades como Senillosa, Picún Leufú y San Patricio del Chañar lideran esta reconversión, tanto por suelos como por infraestructura.
Exportaciones ya en marcha de nueces con cáscara y nueces secas; se observa demanda creciente hacia mercados exigentes que valoran calidad, trazabilidad y estándares sanitarios sólidos.
Desafíos críticos que emergen de la experiencia
El viaje mostró oportunidades, pero también evidenció retos concretos que Neuquén debe asumir para dar el salto:
Costos de mecanización y adaptación tecnológica, que requieren inversión elevada inicial y capacitación continua.
Manejo del agua, especialmente en zonas más secas: optimizar riego, tecnologías de fertirriego, y eficiencia en postcosecha serán determinantes.
Genética y variedades: la adaptación de nuevas variedades, portainjertos y patrones productivos debe hacerse con foco local para asegurar rendimiento y supervivencia de cultivos.
Infraestructura de poscosecha, transporte y logística de frío, para evitar pérdidas y acceder a mercados externos con exigencias de calidad.
Acceso a financiamiento e incentivos institucionales, tanto para los productores pequeños como para medianos, para que la reconversión no quede reservada solo para quienes ya tienen escala.
Una hoja de ruta hacia la modernización
Gracias al viaje, García y su equipo han podido bosquejar algunas prioridades claras:
Implementar podas mecanizadas como estándar para nuevas plantaciones.
Fortalecer programas de capacitación técnica, demostraciones locales y transferencia de tecnología.
Establecer alianzas público-privadas para que la maquinaria moderna esté al alcance de grupos de productores.
Promover modelos de producción súper intensiva, donde el pistacho aparece como una alternativa con proyección de largo plazo, dado su valor de mercado y su adaptación posible a la zona.
Consolidar marcos regulatorios, sanitarios y de certificación que le permitan a Neuquén competir en calidad ante otros países productores.
Neuquén atraviesa hoy una etapa crucial: deja atrás muchas de las dudas que acompañan a las producciones emergentes y se prepara para cimentar una industria de frutos secos con raíces profundas, tecnología avanzada y vocación exportadora. Alejandro García, como referente técnico, ve en este momento una oportunidad enorme: tomar lo visto en España como inspiración, adaptarlo con inteligencia, hacerlo sostenible, y convertir lo que fue un proyecto de prueba en una realidad sólida para productores de todos los tamaños.
La trayectoria parece clara: Neuquén tiene ahora el desafío —y la posibilidad— de que el fruto seco deje de ser una alternativa para convertirse en uno de los motores productivos del futuro patagónico.
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