Mariano Winograd: Desperdicio de frutas y verduras en el Mercado Central: una realidad alarmante en pleno siglo XXI
En el Mercado Central de Buenos Aires, el desperdicio de frutas y verduras es un problema que refleja tanto las limitaciones del sistema productivo como las profundas desigualdades que afectan al país. Según el ingeniero Mariano Winograd, empresario Pyme, asesor fruti-hortícola, comenta sobre el desecho de alimentos frescos. La causa principal: un conjunto de problemas en la cadena de producción y poscosecha, junto con un contexto socioeconómico adverso que impide el acceso a alimentos de calidad para gran parte de la sociedad argentina.
Limitaciones tecnológicas y socioeconómicas
Argentina, país reconocido por su capacidad agrícola, aún enfrenta deficiencias en tecnología de producción, cosecha y poscosecha. Esto contribuye a que frutas y verduras pierdan su calidad rápidamente, convirtiéndose en residuos antes de llegar al consumidor. Pero este es solo un aspecto del problema. Como explica Winograd, la falta de recursos en muchos hogares argentinos también resulta un factor determinante: “Vivimos en un país donde gran parte de la población no tiene dinero suficiente para alimentarse correctamente”. Este contexto lleva a que los productos de calidad superior sean vendidos a aquellos que pueden pagarlos, mientras que las frutas y verduras en condiciones regulares muchas veces no encuentran compradores y terminan en la basura”.
Una urgencia de cambio: compostaje, biodigestores y mosca soldado
El desperdicio de alimentos en el siglo XXI plantea una paradoja inaceptable y una necesidad de transformación. Ante el volumen de frutas y verduras desechadas, surgen alternativas que podrían dar una segunda vida a estos alimentos. Entre ellas, Mariano Winograd propone opciones como el compostaje, el uso de biodigestores para generar energía y la crianza de larvas de la mosca soldado, las cuales se alimentan de residuos orgánicos y pueden transformarse en proteínas para alimentos animales.
Estos desafíos no solo abren nuevas puertas para gestionar el desperdicio, sino que exigen una reevaluación urgente de las prácticas actuales. Mariano Winograd, concluye con un llamado a la acción: “En un mundo con hambre y en pleno siglo XXI, no deberíamos estar tirando comida”.