La producción frutícola en Río Negro: pilar económico en tiempos de desafíos
La provincia de Río Negro, en la región patagónica de Argentina, se erige como un bastión de la producción frutícola nacional. Con más de un siglo de tradición en el cultivo de peras y manzanas, esta actividad no solo define la identidad regional, sino que también sostiene la economía local.
Impacto socioeconómico
La fruticultura rionegrina emplea a aproximadamente 60.000 personas, consolidándose como una de las principales fuentes de trabajo en la provincia. Este sector dinamiza economías locales, genera empleo en áreas rurales y urbanas, y promueve el desarrollo de industrias conexas, como el transporte, el empaque y la comercialización.
Evolución y desafíos recientes
En la última década, la superficie cultivada ha experimentado una reducción significativa. Entre 2013 y 2022, se perdieron cerca de 11.703 hectáreas dedicadas a frutales en el Alto Valle, lo que representa una disminución del 24% en la superficie cultivada. Este fenómeno se atribuye a factores como la baja rentabilidad, la crisis económica y la expansión urbana sobre tierras productivas.
A pesar de esta contracción en la superficie cultivada, la productividad ha mostrado una tendencia al alza. Hace una década, el rendimiento promedio era de 25.000 kilogramos por hectárea, mientras que en la actualidad alcanza los 45.000 kilogramos, con proyecciones de llegar a 50.000 o 55.000 en los próximos cinco años. Este incremento se debe a la optimización de técnicas de cultivo, la implementación de tecnologías como las mallas antigranizo y la renovación de plantaciones.
Renovación generacional en la fruticultura
Un aspecto alentador en la fruticultura rionegrina es la incorporación de jóvenes al sector, especialmente en localidades como Villa Regina, General Enrique Godoy y Valle Azul. Aunque en años anteriores se observó una tendencia de hijos de productores que no continuaban con la actividad familiar, recientemente se ha evidenciado un cambio. Nuevas generaciones están retomando las labores en las chacras, aportando innovación y dinamismo al sector. Esta renovación es esencial para garantizar la sostenibilidad y adaptación de la fruticultura a los desafíos contemporáneos.
Mercados internacionales y contexto económico
Brasil ha sido históricamente uno de los importantes destinos de las exportaciones frutícolas de Río Negro, absorbiendo aproximadamente el 40% de la producción, lo que equivale a ingresos por alrededor de 130 millones de dólares en los primeros diez meses de 2024. Sin embargo, la reciente devaluación del real brasileño ha encarecido las exportaciones argentinas, generando preocupación entre los productores locales.
Además, la acumulación de stock de fruta de la temporada anterior en cámaras de frío, aún sin vender, añade presión sobre la nueva cosecha. La combinación de una moneda brasileña depreciada y mercados internacionales lentos configura un escenario complejo para la colocación de la producción actual.
Perspectivas y estrategias
Frente a estos desafíos, el sector frutícola de Río Negro ha mostrado resiliencia y capacidad de adaptación. La diversificación de mercados, la mejora en la calidad de la producción y la incorporación de tecnologías innovadoras son algunas de las estrategias implementadas para mantener la competitividad. Asimismo, el apoyo gubernamental y las políticas públicas orientadas al fortalecimiento del sector resultaran fundamentales para afrontar las adversidades actuales y futuras.
En conclusión, la producción frutícola en Río Negro continúa siendo un pilar esencial de la economía regional y nacional. A pesar de los desafíos presentes, la combinación de tradición, innovación y esfuerzo colectivo permite vislumbrar un futuro promisorio para este sector emblemático de la Patagonia argentina.