La mirada del Ing. Horacio Bernal: luces y sombras de la economía frutícola de Río Negro.

En un contexto donde los productores del Alto Valle enfrentan desafíos cada vez más complejos, la voz de los técnicos especializados se vuelve imprescindible para comprender la trama económica que sostiene —y a la vez condiciona— a la fruticultura rionegrina. Entre los actores que más de cerca siguen este pulso está el ingeniero agrónomo Horacio Bernal, referente de la actividad con años de experiencia tanto en campo como en análisis sectorial.

Bernal dialogó con este medio en una entrevista donde repasó la actualidad del negocio frutícola, abordando temas que van desde los costos de producción hasta las limitaciones estructurales que frenan la competitividad. Su mirada aporta claridad sobre un sector que combina tradición y modernidad, pero que hoy requiere estrategias firmes para sostener a los productores en un escenario económico adverso.

La fruticultura es el corazón productivo del Alto Valle, pero también es una actividad que depende de variables globales que muchas veces no controlamos. La inflación, el tipo de cambio, la logística y la apertura de mercados son factores que marcan la diferencia entre rentabilidad y quebranto.

El ingeniero advierte que la coyuntura actual deja poco margen de maniobra a los chacareros, quienes deben lidiar con costos crecientes y precios internacionales que no siempre acompañan. Sin embargo, también subraya la capacidad de resiliencia del sector: La necesidad del Valle de incorporar tecnología y adaptarse a nuevas demandas. Lo que falta es un marco económico y político estable que les dé previsibilidad.

La entrevista con Bernal deja en evidencia que la fruticultura de Río Negro se encuentra en una encrucijada: de un lado, la amenaza de la descapitalización de pequeños y medianos productores; del otro, la oportunidad de reposicionar las frutas patagónicas en mercados que valoran la calidad, la trazabilidad y la sustentabilidad.

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