La floración en frutales del Alto Valle: un ciclo de esperanza bajo la amenaza de las heladas audio Ing. Horacio Bernal.

Audio: Ing. Horacio Bernal

Con la llegada de la primavera, los frutales del Alto Valle de Río Negro comienzan a desplegar un espectáculo natural de colores. Manzanos, perales y duraznos llenan los montes de vida, abriendo un ciclo que es clave para la producción de la temporada. Sin embargo, junto con la belleza de los primeros pimpollos, los productores enfrentan una amenaza constante: las heladas.

El ingeniero agrónomo Horacio Bernal, dialogó con este medio y ofreció un panorama detallado sobre la floración de los frutales en la región, así como los desafíos que esta etapa conlleva.

El ciclo natural de la floración

“La apertura de los pimpollos sigue un orden cronológico natural, influenciado por las variedades de cultivos”, Los primeros en abrirse son los llamados frutales de carozo, que incluyen duraznos, ciruelas, pelones, damascos y cerezas. Aunque estos cultivos representan una menor parte de la superficie implantada, la floración temprana que muestran, en tonos rosados y blancos, es el anuncio de que la temporada ha comenzado.

Por su parte, los cultivos de pepita —que abarcan la mayor proporción de la producción frutal del Alto Valle— florecen más tarde. “Las peras y manzanas, con sus variedades, ofrecen un despliegue de flores blancas entre mediados de septiembre y octubre. Es en este momento cuando el paisaje del valle explota con el color de las flores, que prometen una cosecha fructífera, siempre y cuando las condiciones climáticas lo permitan”, agrega Horacio.

Las heladas, el enemigo silencioso

La floración es una etapa delicada, y las heladas pueden convertirse en el principal obstáculo para una cosecha exitosa. “Cuando una flor se hela o se quema, no da fruto en la futura temporada de cosecha. Esto no solo afecta al productor, sino a toda la economía regional, que depende de un ciclo de producción completo.

La importancia de las medidas preventivas que se implementan en las chacras para proteger los cultivos de las heladas, como el uso de sistemas de riego por aspersión, entre otros. El trabajo es constante y requiere atención diaria durante la floración, ya que una helada en el momento crítico puede arruinar una temporada entera.

Innovación y tradición en el manejo de los montes frutales

A pesar de los desafíos, los productores del Alto Valle siguen apostando por la innovación en el manejo de los montes frutales. “Las nuevas tecnologías y la implementación de técnicas de manejo integrado han mejorado la resistencia de los cultivos a factores adversos, como las heladas. Sin embargo, la dependencia de las condiciones climáticas sigue siendo un factor incontrolable.

El Alto Valle, conocido por la calidad de su fruta, especialmente en la producción de manzanas y peras, enfrenta año tras año el reto de mantener su posición en el mercado, tanto a nivel nacional como internacional. El éxito de esta campaña de floración será determinante para la economía local.

Un futuro ligado a la naturaleza

El ciclo de la floración no solo representa un momento clave para los frutales, sino también un símbolo de esperanza para los productores. “Cada año es una nueva oportunidad para que la naturaleza nos sorprenda con su capacidad de regeneración.

La floración en los frutales del Alto Valle está en marcha, y mientras los montes se visten de blanco y rosado, los productores se preparan para una temporada que podría ser tanto de abundancia como de desafío, dependiendo de cómo se desarrollen las próximas semanas.

Este medio agradece al ingeniero agrónomo Horacio Bernal por compartir su conocimiento y experiencias sobre el delicado equilibrio entre la floración y las condiciones climáticas en el Alto Valle, una región cuyo futuro económico sigue estando ligado a los ciclos de la naturaleza.