Fruticultura en Río Negro: calidad, competitividad y los desafíos de un sector estratégico
La fruticultura rionegrina atraviesa un momento decisivo. En un escenario de transformaciones rápidas y crecientes exigencias del mercado, el Alto Valle sigue siendo sinónimo de peras y manzanas, pero enfrenta un presente complejo que combina la necesidad de sostener la calidad con los desafíos de la competitividad.
Los costos de producción en alza, la presión de los estándares internacionales y la fuerte competencia de países que avanzan con nuevas tecnologías obligan a replantear estrategias. La calidad de la fruta continúa siendo la llave para competir en el mundo, aunque no resulta suficiente si no se acompaña con innovación y una estructura productiva más eficiente.
Entre los ejes de futuro aparecen la incorporación de nuevas variedades, el manejo responsable del agua y la ampliación de certificaciones que permitan abrir puertas en mercados de alto valor. Al mismo tiempo, la comercialización enfrenta serias dificultades: altos costos logísticos, limitaciones en el financiamiento y un contexto cambiario inestable que afecta de manera directa la rentabilidad de los productores. En este punto, la diversificación de destinos se perfila como una salida necesaria para reducir la dependencia de los compradores tradicionales.
Otro desafío creciente es el generacional. La fruticultura demanda cada vez más inversión y capacidad de asumir riesgos, por lo que atraer a las nuevas generaciones se vuelve fundamental para asegurar continuidad en las chacras y dar lugar a un recambio que mantenga viva la tradición productiva del Valle.
Pese a las dificultades, la región conserva fortalezas únicas: un saber hacer transmitido de generación en generación, una reputación reconocida a nivel global y un arraigo que le otorga identidad cultural además de valor económico. La historia de familias que han sostenido la producción durante décadas refleja ese compromiso silencioso que mantiene en pie al sector.
El camino por delante requiere políticas claras, articulación entre productores, empresas y Estado, y una mirada innovadora que potencie el talento acumulado. La fruticultura del Alto Valle, con su profundo vínculo con la tierra y su gente, sigue siendo un motor económico y un orgullo argentino que busca proyectarse hacia el futuro con la misma fuerza con la que ha marcado la historia de la región.
En este marco, dialogamos sobre la actualidad del sector con el productor y empresario frutícola Marco Stelzer. La entrevista completa está disponible en todas nuestras plataformas de audio.