El campo, en la encrucijada: vuelven las retenciones plenas a la soja y el maíz y crece la tensión con el Gobierno

A días de la exposición en La Rural y en pleno pulso de la cosecha, el Gobierno dispuso que desde el 1° de julio se restablezcan las retenciones al 33% para la soja y al 12% para el maíz. Mientras prorroga los beneficios para trigo y cebada, el agro reclama previsibilidad y advierte sobre el impacto económico y simbólico de la medida.

En el campo argentino, julio no empezará con festejos. El Gobierno nacional oficializó la vuelta de las alícuotas plenas para las retenciones a la soja y el maíz, encendiendo las alarmas en el corazón productivo del país. La medida, publicada este viernes en el Boletín Oficial mediante el decreto 439/2025, lleva la firma del presidente Javier Milei, el jefe de Gabinete Guillermo Francos y el ministro de Economía Luis Caputo.

Desde el lunes, la soja volverá a tributar el 33%, el maíz y el sorgo el 12%, y el girasol un 7%. En contraste, el Ejecutivo prorrogó hasta marzo de 2026 la reducción de alícuotas para el trigo y la cebada, que continuarán con una carga del 9,5%. Pero lo que para algunos cultivos es alivio, para otros representa una regresión de consecuencias económicas inmediatas y simbólicas profundas.

La fecha no es un dato menor. A tan solo días de la inauguración de la tradicional exposición de La Rural en Palermo, el anuncio deja en evidencia un delicado equilibrio entre la necesidad fiscal del Estado y la tensión creciente con el campo. No faltan quienes interpretan la publicación del decreto como una señal política —o una provocación— frente a un sector que aún conserva peso territorial, económico y emocional en la sociedad argentina.

La decisión llega además con la campaña gruesa aún en desarrollo: según datos oficiales, el 45% del maíz todavía no fue recolectado. Por eso, muchas toneladas saldrán al mercado bajo un esquema fiscal distinto al que rigió cuando fueron sembradas. En la práctica, esto implica menos rentabilidad, menor incentivo a la comercialización y un golpe directo a la liquidez de los productores.

Desde Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) manifestaron su “preocupación ante el impacto negativo” de la medida, mientras que Coninagro advirtió sobre la “desigualdad y la incertidumbre” que genera la eliminación del beneficio para los cultivos de verano. Ambas entidades coincidieron en reclamar reglas claras, duraderas y un marco fiscal que acompañe —y no castigue— la inversión agropecuaria.

La prórroga para el trigo y la cebada, sin embargo, incluye una cláusula: los exportadores deberán liquidar al menos el 90% de las divisas dentro de los 30 días hábiles de la DJVE. Quienes no lo hagan, perderán automáticamente el beneficio y tributarán la alícuota más elevada. Un apretón que apunta a acelerar el ingreso de divisas en un contexto de reservas escasas y una necesidad urgente de consolidación fiscal.

En este marco, no sorprendió que en las semanas previas al decreto se hayan registrado intensas operaciones de venta al exterior: sólo entre soja y maíz se anotaron más de 43 millones de toneladas. Un movimiento que dejó cerca de USD 5.000 millones en las arcas del país, pero que también generó ruido en los mercados y especulación entre los productores.

Con el 72% del trigo ya sembrado y la cebada cubriendo poco más del 50% de su área prevista, el Gobierno eligió preservar la fluidez exportadora de los cultivos invernales, que aportan cerca de USD 4.000 millones anuales. Aun así, los analistas advierten que la vuelta de las retenciones plenas a la soja y el maíz podría afectar la planificación de las próximas campañas y desacelerar las inversiones en tecnología, logística y servicios vinculados al agro.

Aún se desconoce si el presidente Milei asistirá a la ceremonia inaugural en Palermo. Pero en caso de hacerlo, el tono de su discurso deberá equilibrar la austeridad fiscal con el reclamo legítimo de quienes producen en el interior profundo. Porque más allá de los números y decretos, lo que está en juego es algo más difícil de recuperar: la confianza.

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