Bariloche a la Carta 2025: la gran vidriera del alimento patagónico
El evento gastronómico más importante de la Patagonia reúne a más de 120 productores rionegrinos y consolida el vínculo entre el turismo, la identidad local y la producción agroalimentaria.
San Carlos de Bariloche volvió a ser epicentro del sabor patagónico. Con una convocatoria estimada de 40.000 visitantes, se inauguró la 12.ª edición de Bariloche a la Carta (BALC 2025), la feria que cada año crece en alcance y se consolida como una auténtica vidriera para la producción regional.
Durante todo el fin de semana, más de 120 emprendedores y productores de distintos puntos de Río Negro mostraron el potencial de una provincia diversa, donde la gastronomía, la agroindustria y el turismo confluyen en una misma propuesta: la construcción de una identidad rionegrina basada en el trabajo y la calidad de sus alimentos.
Un evento nacido de la resiliencia
Bariloche a la Carta nació hace más de una década, en un contexto difícil, como una estrategia para romper la estacionalidad del turismo y reactivar la economía local. Con el tiempo, se transformó en mucho más que un encuentro gastronómico: hoy es una plataforma de desarrollo productivo y de promoción para el sector agroalimentario patagónico.
La feria combina el talento de cocineros y emprendedores con la producción agropecuaria de la región. Desde vinos, sidras y vermuts elaborados con frutas del Valle, hasta chocolates, dulces, ahumados, aceites, hierbas aromáticas y destilados, cada producto exhibido lleva detrás la historia de un territorio que apuesta por transformar su materia prima en valor agregado.
Del campo a la mesa: productores como protagonistas
Para los productores, BALC representa una oportunidad única de contacto directo con el público. En los stands del Centro Cívico y en el circuito gastronómico de la ciudad, los visitantes pueden dialogar con quienes elaboran cada alimento, conocer sus procesos y descubrir el origen de los ingredientes.
“Es una manera de acercar el campo a la mesa”, coinciden los expositores. El evento no solo impulsa ventas y visibilidad, sino que también abre puertas a nuevos canales comerciales y alianzas entre productores, restaurantes y distribuidor
Participan emprendimientos de Dina Huapi, El Bolsón, General Roca, Allen, San Antonio Oeste y Viedma, entre otros puntos. Todos comparten un denominador común: la búsqueda de calidad y la producción sustentable como sello de identidad patagónica
Impacto económico y mirada a futuro
Según estimaciones de los organizadores, el impacto económico del evento supera varias decenas de millones de pesos, con beneficios que se extienden a hoteles, restaurantes, proveedores y transporte. Cada edición refuerza la idea de que la gastronomía puede ser motor de desarrollo local y herramienta de diversificación económica.
Sin embargo, el desafío no es menor. Muchos productores señalan que el crecimiento sostenido de este tipo de ferias debe ir acompañado de políticas que fortalezcan la logística, la conectividad y la promoción de productos regionales fuera de la provincia.
La clave, aseguran, está en consolidar una red de comercialización permanente que trascienda el evento y permita que los alimentos rionegrinos ocupen un lugar destacado en góndolas, restaurantes y mesas de todo el país.
Gastronomía, identidad y territorio
Más allá de los discursos oficiales, lo cierto es que BALC refleja un fenómeno cultural: la construcción de una identidad productiva basada en lo propio. En una provincia con mar, cordillera y valles fértiles, la diversidad se convierte en fortaleza.
Cada productor, chef y emprendedor que participa aporta una parte de esa identidad colectiva que define hoy a Río Negro como un territorio donde el sabor también cuenta historias.
La feria, declarada de interés turístico nacional, ofreció además degustaciones, clases magistrales, charlas sobre cocina sustentable y un fuerte componente solidario, con acciones que promueven la economía circular y el consumo responsable.
Una marca rionegrina que trasciende fronteras
Bariloche a la Carta ya no es solo un evento local: es una marca de la Patagonia. Su crecimiento constante muestra cómo el trabajo conjunto entre el sector público, privado y los emprendedores puede generar arraigo, empleo y proyección regional.
A través del sabor y la identidad, la provincia sigue encontrando en su producción agroalimentaria una manera de mostrarse al mundo: auténtica, diversa y profundamente vinculada a su tierra.