Alfalfa en Río Negro: el cultivo silencioso que gana terreno en la Patagonia. audio

Por redacción
La alfalfa se consolida como una alternativa estratégica en el sur del país, impulsada por avances técnicos, condiciones favorables y el trabajo sostenido de referentes como el INTA. En esta nota, el ingeniero agrónomo Mauro Marinzalta, del INTA Río Colorado, aporta una mirada integral sobre las posibilidades que abre este cultivo en Río Negro.
La alfalfa toma fuerza en la agenda productiva rionegrina
Durante décadas, hablar de Río Negro fue sinónimo de fruticultura, peras y manzanas. Pero en los márgenes de esa tradición —y muchas veces al calor de la reconversión productiva— otro cultivo empieza a echar raíces con fuerza: la alfalfa, una forrajera histórica que hoy vive un renacimiento técnico y comercial en la región.
Entre la necesidad de forraje de calidad, el cambio climático y la búsqueda de alternativas viables para pequeños y medianos productores, la alfalfa se posiciona como una opción real para diversificar y sostener sistemas productivos. Y lo hace no sólo por su valor nutricional para el ganado, sino por su capacidad de adaptación a suelos diversos, su resiliencia hídrica y su potencial de valor agregado.
En diálogo con este medio, el ingeniero agrónomo Mauro Marinzalta, referente del INTA, analiza a fondo la expansión del cultivo en la provincia, los aprendizajes técnicos más relevantes y las posibilidades concretas de que Río Negro se transforme en un polo alfalfero con mirada patagónica y exportadora.
Ventajas comparativas y decisiones técnicas clave
En zonas como el Alto Valle, Valle Medio y algunos sectores del IDEVI, la alfalfa ha demostrado comportarse con nobleza incluso frente a desafíos como el viento, las heladas tardías o el manejo del agua. Con una correcta elección varietal, un manejo ajustado del suelo y un sistema de riego eficiente, se pueden lograr rendimientos competitivos y cortes múltiples que aseguran volumen y calidad.
Desafíos y horizontes: más que una pastura
El auge de la alfalfa en Río Negro no está exento de desafíos: desde el acceso al agua para riego hasta la infraestructura de henificación, pasando por la necesidad de articulación entre técnicos, productores e instituciones. Pero la tendencia es clara: la región está dando los primeros pasos para construir una identidad forrajera, y lo hace con respaldo científico, compromiso territorial y visión de futuro.
En un contexto donde el arraigo rural, la sustentabilidad y la diversificación productiva son más que consignas, la alfalfa se convierte en símbolo de lo posible: un cultivo silencioso, pero con alto impacto en la economía agropecuaria local.