Exportación de cebolla 2025: balances y desafíos de la Región Protegida Patagónica

Si bien el año comenzó con un ritmo muy lento —apenas dos envíos en enero y 53 en febrero—, la demanda creció a partir de marzo y alcanzó su pico en mayo. Hacia finales de agosto, los envíos acumulaban 123.996 toneladas de cebolla empacada en la región y colocada en mercados internacionales, superando los volúmenes de cinco de las últimas diez campañas.
El principal destino volvió a ser Brasil, con más del 87% del total exportado. Paraguay se mantuvo como comprador, aunque con menor caudal, en parte porque parte de la mercadería viajó a Clorinda (Formosa) para ser empacada allí bajo lo permitido por la Resolución SENASA Nº 133/2022. También se enviaron cargas a Uruguay, Europa y otros mercados de América.
El mapa de origen muestra un reparto equilibrado: 41% de la cebolla exportada se cultivó en Patagones, 32% en Río Negro y 27% en Villarino. Más del 89% del volumen se procesó en plantas bonaerenses, lo que refleja la centralidad de estos polos en la cadena exportadora.
El trabajo de Funbapa fue decisivo: hasta el 31 de agosto se certificaron 85.545 toneladas para exportación, con presencia de técnicos en cada empaque que verificaron estándares de calidad, trazabilidad, embalaje y aspectos de inocuidad. En ese proceso se produjeron 98 rechazos por problemas como podredumbres, bulbos mal descolados, presencia de tierra o insectos vivos.
No obstante, el año fue negativo en términos económicos. El precio pagado al productor osciló entre $25 y $70 por kilo, insuficiente para cubrir costos. Los cálculos de Funbapa muestran que, según el sistema de siembra y cosecha, el margen bruto resultó negativo: entre US$ 840 y US$ 2.980 por hectárea, lo que refleja la crisis de rentabilidad que golpea a productores y empaques.
A la par, quedó sin colocar una gran cantidad de cebolla de mayor calibre (más de 90 mm), lo que agudizó las pérdidas. En paralelo, el mercado interno absorbió unas 290.000 toneladas, con destino a provincias como Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Misiones y Mendoza.
La cebolla no es solo un producto agrícola: genera empleo directo e indirecto en toda la región y sostiene una economía local que depende en gran medida de los empaques habilitados por SENASA. De allí que se vuelva estratégico garantizar que la mayor parte de la producción se procese en galpones locales, además de trabajar en la apertura de nuevos mercados capaces de diversificar la demanda.
La campaña 2025 deja una doble lección: por un lado, la fortaleza de la cadena productiva para sostener volúmenes relevantes en un contexto adverso; por otro, la urgencia de avanzar en políticas y estrategias comerciales que aseguren la rentabilidad de quienes producen y trabajan en esta economía regional.
Entrevistamos a la ingeniera agrónoma Cecilia Sosa, coordinadora del programa de certificación en origen de cebolla de exportación de FUNBAPA. Puede escucharla en todas nuestras plataformas de audio.