La temporada de riego abrió con un llamado a cuidar la tierra y el agua en el Alto Valle

Con la apertura de las compuertas del Dique Ingeniero Ballester comenzó formalmente la temporada de riego en el Alto Valle de Río Negro, un acto que simboliza cada año el inicio de un nuevo ciclo productivo. El agua comenzó a recorrer el Canal Principal y, en los próximos días, alcanzará cada ramal para alimentar las chacras.

La jornada no solo estuvo marcada por la presencia de autoridades y productores, sino también por los estudiantes de la Escuela Agraria, quienes participaron activamente. Su presencia tuvo un valor especial: son las nuevas generaciones llamadas a entender que el riego no es un hecho aislado, sino la base sobre la que se sostienen la fruticultura, la horticultura y otras producciones regionales.

En diálogo con este medio, el ingeniero Horacio Bernal, integrante del Consorcio de Riego de Villa Regina, señaló que el sistema enfrenta desafíos crecientes. Por un lado, el avance de la zona urbana sobre las chacras genera tensiones en la gestión del recurso: loteos y construcciones que muchas veces no consideran la existencia de los canales terminan afectando la circulación del agua. A ello se suma la falta de conciencia de algunos vecinos que arrojan residuos en la red de riego, entorpeciendo su normal funcionamiento y aumentando los costos de mantenimiento.

Bernal explicó además que, tras la apertura de las compuertas, el agua tardará aproximadamente siete días en recorrer el Canal Principal hasta llegar al final en Chichinales. Este dato refleja la magnitud de la infraestructura y la necesidad de mantenerla en condiciones óptimas para que cada productor reciba a tiempo el recurso vital sobre todo aquellos que inician la defensa de heladas en carozo.

La apertura de la temporada fue también un llamado a la responsabilidad colectiva. El agua que corre por los canales no solo asegura la próxima cosecha, sino que también exige conciencia social. Cuidar la infraestructura, respetar los espacios productivos y planificar las urbanizaciones con criterio son pasos fundamentales para sostener al Alto Valle como motor frutícola y agroindustrial de la región.

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