Bitrenes en rutas olvidadas: una medida nacional que choca con la realidad del Alto Valle
El Gobierno Nacional anunció la libre circulación de camiones bitrenes en todo el país, sin restricciones horarias salvo en tramos de riesgo. La medida, oficializada mediante la Resolución 1196/2025, busca simplificar trámites, reducir costos logísticos y alinear la normativa con las necesidades del transporte actual. Sin embargo, la iniciativa tropieza con un problema estructural que ningún decreto puede resolver: el pésimo estado de las rutas nacionales.
Una paradoja en la Ruta 22
En el Alto Valle de Río Negro, el anuncio suena más a paradoja que a avance. La Ruta Nacional 22, columna vertebral de la región, es desde hace años un calvario para vecinos, productores y transportistas. Con obras inconclusas, tramos intransitables y señalización deficiente, el corredor que conecta Vaca Muerta con los puertos patagónicos se transformó en un verdadero símbolo del abandono.
Entre Chichinales y Chimpay, por ejemplo, se extiende un tramo de 50 kilómetros con ondulaciones, baches y desniveles que ponen en riesgo la vida de quienes lo transitan. “Está para matarse”, repiten los vecinos que cada día deben circular por allí. A ello se suman los ahuellamientos de hasta 17 centímetros, los puentes deteriorados y los años de espera por una obra de ampliación que nunca se terminó.
¿Cómo circularán los bitrenes?
Los bitrenes prometen ventajas indiscutibles: pueden transportar hasta un 75% más de carga que un camión convencional, reducen costos, emiten menos gases contaminantes y ofrecen mayor seguridad operativa. Pero esas ventajas se desdibujan cuando el escenario es una calzada rota, con banquinas descalzadas y mantenimiento nulo.
“Ni la Ruta 22 ni ninguna otra ruta nacional en Río Negro está en condiciones para que circulen camiones bitrenes”, advirtió el ministro de Obras y Servicios Públicos provincial, Alejandro Echarren. La preocupación no es menor: si hoy los accidentes y retrasos son frecuentes con camiones comunes, la circulación de unidades de hasta 30 metros y 75 toneladas multiplica los riesgos.
Una red vial en retroceso
La problemática no se limita al Alto Valle. El gobernador Alberto Weretilneck denunció públicamente el abandono de la RN 22, la RN 23, la RN 40 y la RN 151, describiéndolas como “heridas y olvidadas”. El reclamo llegó incluso a la Justicia Federal, en busca de medidas urgentes que obliguen al Estado Nacional a asumir su responsabilidad.
Una decisión desconectada de la realidad
La resolución que habilita la libre circulación de bitrenes puede ser celebrada en la letra fría del Boletín Oficial, pero se estrella de frente con la realidad de quienes deben circular todos los días. Transportistas que arriesgan su vida, productores que pierden competitividad y comunidades que se sienten aisladas conviven con una infraestructura que no está a la altura de las necesidades productivas del país.
La pregunta que queda flotando es inevitable: ¿cómo se puede hablar de eficiencia logística si las rutas nacionales son un campo minado?
Mientras los bitrenes se preparan para avanzar, la Ruta 22 —y con ella miles de kilómetros de la red vial argentina— sigue esperando que el Estado cumpla con lo más básico: garantizar caminos seguros.
Cuál es la diferencia entre un bitren y un camión estándar
Un bitren tiene una capacidad de carga de entre 60 y 75 toneladas, alrededor del 75% más que un camión convencional.
El bitren utiliza aproximadamente dos tercios del combustible respecto de los camiones.
Las nuevas disposiciones en materia de seguridad vial son más exigentes y obligan a vehículos de carga de estas dimensiones a incluir tecnología como sistemas de freno ABS y EBS; sistemas de estabilidad electrónicos para bajar la potencia y frenar con más precisión; control de velocidad de fábrica de hasta 80 km/h; mejor suspensión neumática con mejor adherencia y mejor relación potencia-peso, cosa que garantiza una velocidad constante independientemente del relieve del camino.
Todos los bitrenes son monitoreados por GPS.