Cervantes, tierra fértil y de decisiones: el día a día de un productor que apuesta al maíz, la soja, la alfalfa y los verdeos.audio

Por redacción Agrovalle.

En el corazón del Alto Valle de Río Negro, donde las chacras conviven con los desafíos de un clima extremo y un mercado cada vez más imprevisible, Francisco Pili trabaja la tierra con una lógica que combina saber heredado, estrategia técnica y visión de futuro. En sus 200 hectáreas, ubicadas en las inmediaciones de Cervantes, despliega un esquema de producción que incluye maíz, soja, alfalfa y verdeos de verano, rotando cultivos con la mirada puesta tanto en la sustentabilidad como en la rentabilidad.

La diversidad no es solo una elección productiva. Es, también, una forma de resistencia. En un contexto marcado por costos crecientes, incertidumbre macroeconómica y vaivenes climáticos, optar por sistemas mixtos y rotativos es una manera de amortiguar riesgos y fortalecer la base agroproductiva. No es casual: Piri representa a una nueva generación de productores que, sin dejar de arraigarse al territorio, incorporan herramientas tecnológicas y prácticas sustentables para hacer más eficiente cada decisión tomada sobre el lote.

El ciclo agrícola en su campo no responde a fórmulas fijas. En función del comportamiento del suelo, la disponibilidad hídrica y los pronósticos de campaña, decide qué sembrar, dónde y cuándo. El maíz, con su potencial de rinde y su demanda estable, convive con la soja como cultivo estratégico, mientras que la alfalfa se posiciona como una herramienta clave tanto para la comercialización de forraje como para la alimentación de animales propios. Los verdeos de verano, en tanto, cumplen funciones múltiples: cobertura, descanso del suelo y aporte a la rotación.

Uno de los grandes desafíos está en mantener la productividad sin agotar los recursos. En ese camino, Pili ha incorporado prácticas como la fertilización controlada, el uso de maquinaria de precisión y la rotación intensiva, buscando conservar la calidad del suelo sin resignar márgenes. La agricultura ya no se mide sólo por toneladas cosechadas, sino también por su capacidad de sostenerse en el tiempo.

La logística, como en gran parte de la región, marca límites y posibilidades. Estar lejos de los puertos y con infraestructura vial aún en deuda impacta directamente sobre la rentabilidad, sobre todo cuando se depende de terceros para comercializar. A eso se suma la política nacional: retenciones, tipo de cambio y costos financieros que muchas veces juegan en contra de quienes producen sin pausa, aún en la incertidumbre.

Sin embargo, en el campo de Pili hay una certeza que no se negocia: la convicción de seguir produciendo. De sostener el arraigo como un acto cotidiano. De apostar a una agricultura que combine tradición y tecnología, tierra y trabajo, conocimiento y adaptabilidad.

Compartiremos la entrevista con Francisco Pili, para profundizar en la experiencia de producir en Cervantes, el valor de la diversificación agrícola, y los aprendizajes que deja cada campaña.Porque detrás de cada hectárea sembrada, hay una historia que vale la pena contar.
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