Avellanas con sello rionegrino: inversión, capacitación y proyección internacional desde el Valle Inferior

Por Redacción
En una tierra donde el viento acaricia los cultivos y el riego transforma el paisaje, Río Negro se está consolidando como el corazón productivo de la avellana en la Argentina. Con más de 700 hectáreas implantadas y el 95% de la producción nacional concentrada en el Valle Inferior, la provincia avanza con paso firme en el desarrollo de esta fruta seca, apreciada tanto por su valor nutricional como por su proyección en los mercados internacionales.
El crecimiento no es casual. Se trata de una construcción sostenida que articula el empuje de los productores locales con el acompañamiento del Estado provincial. En esta línea, una reciente inversión en maquinaria específica marcó un nuevo hito en el sector: gracias al sistema de leasing promovido por el Ministerio de Desarrollo Económico y Productivo y el Consejo Federal de Inversiones (CFI), se incorporaron tres cosechadoras y una podadora de discos de origen italiano. Herramientas clave que permiten mejorar la eficiencia en la cosecha, optimizar tareas como la poda de producción y avanzar en prácticas modernas como el fertirriego y la aplicación de bioestimulantes y antiestresantes foliares.
“Estas tecnologías no solo facilitan el trabajo diario en las chacras, sino que también nos proyectan hacia un modelo más sostenible y competitivo”, destacaron técnicos durante una jornada técnica realizada en la Estación Experimental del IDEVI, en Viedma. El encuentro, que combinó teoría y práctica, estuvo a cargo del especialista chileno Andrés Reyes, referente en manejo de avellanos en América Latina, y contó con la participación de profesionales del INTA.
El contexto no podría ser más favorable. Las condiciones agroecológicas del Valle Inferior, junto al acceso a riego y la experiencia acumulada en fruticultura, posicionan a esta región como un polo estratégico para la producción de avellanas en el país. A ello se suma el interés creciente de nuevos productores y una demanda global insatisfecha, que abre oportunidades para exportar un producto de calidad con sello patagónico.
“Tenemos un potencial enorme y lo estamos haciendo realidad con trabajo, innovación y políticas públicas que acompañan”, señalaron desde el sector productivo.
En tiempos donde la diversificación y la diferenciación son claves para el agro argentino, las avellanas rionegrinas no solo representan una alternativa rentable, sino también una apuesta de largo plazo que pone en valor el arraigo, el conocimiento local y la capacidad de adaptación al cambio. Una historia que recién comienza, pero que ya tiene un sabor prometedor.