Cooperativas frutícolas en Río Negro: el desafío de mantenerse unidas frente a la adversidad . audio
La historia de las cooperativas frutícolas en Río Negro es un testimonio de esfuerzo y resiliencia en una región marcada por las fluctuaciones de las economías regionales. A pesar de que muchas han sucumbido a las crisis económicas y de gestión, algunas han logrado consolidarse como pilares del sector, demostrando que la unión entre productores puede ser una fórmula de éxito.
Un ejemplo de éxito: La Primera Cooperativa Frutícola
Fundada en 1938 en General Roca, esta cooperativa ha sido un modelo a seguir. Con 84 años de trayectoria, agrupa a pequeños y medianos productores que, de manera individual, difícilmente podrían acceder a mercados internacionales. Actualmente, exportan a más de 50 países y gestionan entre 23 y 24 millones de kilos de fruta por temporada. La clave de su permanencia ha sido la transparencia en la gestión, la constante actualización tecnológica, como el uso de paneles solares, y el trabajo en equipo para superar desafíos como granizadas o cambios en las exigencias del mercado.
Fracasos y desafíos en el sector
Muchas cooperativas han enfrentado dificultades insalvables. Casos como el de La Reginense, que entró en crisis a fines de los 90, reflejan los desafíos que enfrentan: falta de financiamiento, infraestructura obsoleta y problemas de organización interna. Aunque ha intentado reactivarse, su camino ha sido arduo, dependiendo de aportes gubernamentales para mantenerse a flote.
La perspectiva de los productores: el testimonio de José García
José García, productor de General Roca, subraya que “el verdadero motor de las cooperativas son los productores mismos”. Según él, trabajar en conjunto no solo mejora la competitividad, sino que también permite afrontar crisis económicas con mayor fortaleza. Sin embargo, destaca que para tener éxito, las cooperativas deben modernizarse y mantener una gestión transparente.
Un futuro posible para las cooperativas frutícolas
A pesar de los retos, hay señales alentadoras. El fortalecimiento del sector cooperativo en Río Negro pasa por fomentar alianzas estratégicas, mejorar las prácticas agrícolas y ofrecer valor agregado. Además, es esencial recuperar la confianza de los productores y garantizar que el modelo cooperativo sea una alternativa viable frente a las crisis.
En definitiva, aunque no es un camino fácil, las cooperativas que logran adaptarse y mantener un enfoque colaborativo demuestran que la unión hace la fuerza, incluso en un sector tan complejo como el frutícola.