Peras y manzanas regaladas
por MARCELO ZLOTOGWIAZDA para El Cronista
A continuación, un ejemplo microeconómico que explica en parte uno de los grandes problemas macroeconómicos de la Argentina, que es su bajísimo nivel de exportaciones.
El pasado 23 de agosto productores frutihortícolas de Río Negro y Neuquén regalaron en Plaza de Mayo 10 toneladas de peras y manzanas para llamar la atención sobre la crisis del sector y, en particular, sobre lo poco que recibe el productor del precio que paga el consumidor.
En China también regalan peras y manzanas, pero no a modo de protesta sino como una tradición. Es costumbre regalar canastas de frutas para agasajar a visitas, para regalos festivos e incluso para reconocimiento de empleados por parte de la empresa. Sofisticados y muy llamativos embalajes de frutas son uno de los obsequios empresarios más comunes. Y si la fruta es importada, el presente es mucho más apreciado. El precio de un kilo de pera importada puede superar los u$s 8, y el de manzana Premium puede alcanzar los u$s 20.
A simple vista, una enorme oportunidad. Se supone que la Argentina tiene que estar en condiciones de poder abastecer ese mercado con ofertas competitivas, aprovechando que las peras y las manzanas son valiosos obsequios y así evitar que aquí haya que regalarlas. Sería un paso en el camino de convertir a la matriz productiva local en supermercado del mundo, tal como repiten como loro los políticos. Un paso para “insertarnos de forma inteligente al mundo”, que es el octavo pilar del Plan Productivo que el ministro Francisco Cabrera adelantó el martes pasado en el Foro de Inversiones y Negocios.
Si bien la Argentina exporta peras y manzanas (en los primeros siete meses del año 258.000 toneladas de peras y 70.000 de manzanas por u$s 227 y 61 millones, respectivamente), al gigante mercado chino se destinan cantidades mínimas desde que, tras largas negociaciones, en 2014 el mercado terminara de abrirse a las peras y manzanas argentinas, cuando durante la visita al país del Presidente Xi Jinping se firmó el Protocolo Fitosanitario de Exportación de Peras y Manzanas entre el ministerio de Agricultura local y las autoridades de control de calidad de China.
En marzo del año pasado el Consulado General y Centro de Promoción Argentina en Shanghai publicó un informe titulado Perfil del Mercado de Peras y Manzanas en China, que en sus conclusión señala: “La población china y su creciente demanda ofrecen una oportunidad excelente para vender a este enorme mercado, sobre todo frutas frescas y en particular peras y manzanas; se destaca una tendencia creciente para la demanda de peras importadas”. Pero el informe aclara: “La oportunidad de entrar a este mercado tan competitivo no debe desaprovecharse, por lo que deben realizarse acciones de promoción y participación en las Ferias que permitan conocer a los importadores locales la calidad de las frutas argentinas (…) La rapidez del ingreso al mercado con una buena campaña de marketing es vital”.
Las recomendaciones aún no fueron concretadas. Un caso más de falta de articulación entre el sector público, la diplomacia y el sector privado. Cuando el embajador argentino Diego Guelar se enteró de que en la Plaza de Mayo se estaban regalando peras y manzanas, se comunicó desde Beijing con varios funcionarios en Buenos Aires para sugerirles la creación de una unidad de emergencia que promueva el aprovechamiento de ese mercado. Algo similar propuso para el sector lácteo, otra producción que en la Argentina está en situación crítica y que podría encontrar en el creciente mercado chino alguna solución.
Guelar cuenta con desánimo la escasísima iniciativa que percibe desde la Argentina para conquistar con productos que no sean del complejo sojero un mercado donde viven más de 1300 millones de personas, de las cuales 300 millones tienen un poder adquisitivo elevadísimo. Destaca y elogia, por excepción, al gobernador de Santa Fe Miguel Lifschitz, que ha hecho insistentes llamados y gestiones para impulsar la exportación de arvejas.
Diez días después de que se regalaran manzanas y peras en Plaza de Mayo, Mauricio Macri se reunió en Beijing con su par chino. Además de terminar de acordar la continuidad de la construcción de las dos represas en Santa Cruz y del observatorio en Neuquén, y de pasar lista a otros proyectos de inversión de empresas chinas en el país, los dos presidentes coincidieron en la necesidad mutua de que la Argentina mejore en cantidad y calidad sus ventas a China. “No buscamos superávit. Es una situación momentánea que esperamos ir corrigiendo. Queremos más productos argentinos en nuestro mercado”, dijo Xi Jinping. “Exportar valor agregado y no vender sólo soja a China es clave para dar empleo e ingreso a nuestros ciudadanos”, dijo Macri.
Palabras similares vienen diciendo los presidentes de ambos países desde hace años. Pero los números marcan otra cosa. El déficit comercial con China se mantiene en niveles muy elevados: en 2015 algo más de u$s 6300 millones, y en los primeros siete meses de este año 3125 millones, con las exportaciones cayendo un 16,8%. Cerca del 90% de lo que la Argentina le vende son productos primarios, mientras que el 99% de lo que compra tienen considerable valor agregado.
El mercado chino de peras y manzanas es un buen test para medir la capacidad de la economía argentina de mejorar su muy pobre perfil exportador en cantidad y calidad. No es una meta demasiado ambiciosa. Son peras y manzanas.