En busca del agua

Fuente: INTA

Culminaron las Primeras Jornadas Patagónicas de Acceso y Gestión del Agua en la Agricultura Familiar.

Datos y claves para entender por qué el financiamiento para contar con ese recurso en el ámbito rural es una inversión con fuerte retorno social.

“Tomar agua nos da vida, y tomar conciencia nos dará agua”. Como un mantra, la frase rebotó en el auditorio del IPAF Región Patagonia del INTA, donde se desarrollaron hasta ayer por la tarde las Primeras Jornadas de Acceso y Gestión del Agua en la Agricultura Familiar.

Vidal Catalán y Edith Campos viven en el Paraje Lonco Luan, Departamento de Ñorquin, en la región centro norte de la provincia de Neuquén. Habitan un territorio atravesado por arroyos y vertientes, cuyo principal curso de agua es el río Aluminé. Pertenecen a la Comunidad Mapuche Catalán. Y cuentan su historia: “El agua no era segura, se tomaba directamente de las fuentes sin la instalación de estructuras protectoras ni tratamiento”. Mediante la elaboración y ejecución de un proyecto especial de ProHUERTA se realizaron obras comunitarias de captación, conducción y almacenamiento. Las obras se diseñaron de manera compartida entre todos: “lo que hicimos fue llevar a cabo una gestión intercultural de cuidado del agua y asegurar el acceso a las 120 familias que integran nuestra comunidad”, aseguran Edith y Vidal. Ella es guarda ambiental y él es técnico en economía social y oficia como “huerquén” (facilitador y secretario) de su comunidad. “Ahora que ya todos acceden al agua, buscan financiamiento para la potabilización”, aseguran.

Belisario Castillo tiene 33 años, vive en Colipilli, cerca de Chos Malal y El Huecú y pertenece a la Comunidad Mapuche Huayquillán. Comparte en las jornadas la experiencia que lleva adelante para captar vertientes y proveer de agua a las 150 familias que integran su comunidad. Lo hicieron con financiamiento de proyectos del ProHUERTA y del Ministerio de Producción de Neuquén (a través del programa PISEAR). “Logramos agua segura para el 90% de nuestra gente pero, además, con la complementación de estos dos financiamientos construimos un galpón de esquila, corrales, cierres perimetrales para el ganado”. En su comunidad tienen 400 vacas, 1.000 ovejas, 6.000 cabras, invernáculos, huertas a campo e incluso una FM, Peuman Hueche, donde participan los jóvenes.

Estas historias fueron las que circularon en las jornadas, donde los productores contaron cómo co-gestionan proyectos financiados por el Estado (provincial y nacional), la cooperación internacional y los organismos bilaterales.

cierre_jornada_pat-757x361El Instituto de Investigación y Desarrollo para la Agricultura Familiar de la Región Patagonia (IPAF-INTA) recibió entre el 27 y 28 de noviembre a técnicos, productores agropecuarios, comunidades mapuche y criollas, extensionistas, investigadores y estudiantes que a lo largo de dos jornadas expusieron más de 65 experiencias vinculadas con el agua. El acceso al recurso, su gestión integral, la calidad y saneamiento y los conflictos que se generan a su alrededor, fueron los ejes principales planteados. En la organización del encuentro, que se llevó a cabo en Plottier, trabajaron junto al INTA, el Programa ProHuerta (INTA-Ministerio de Salud y Desarrollo Social), el Ministerio de Producción e Industria de Neuquén, Secretaría de Agricultura Familiar, Coordinación y Desarrollo Territorial de la Nación, la Universidad Nacional del Comahue (UNCo) y el Instituto de Tierras, Agua y Medio Ambiente (ITAMA), con el apoyo del Consejo Federal de Inversiones (CFI).

En la apertura, el Ministro de Producción de Neuquén, Facundo López Raggi anunció que su provincia tomó endeudamiento por 4 millones de dólares de organismos multilaterales, que serán destinados íntegramente a pequeños productores: “el 60% estarán dirigidos a resolver problemáticas de agua de los pequeños productores neuquinos”.

CIFRAS QUE IMPACTAN

Se sabe que el agua es un recurso esencial para la producción y la vida. América Latina y el Caribe cuentan con el 30% de los recursos hídricos dulces del mundo. En este sentido, Argentina es un país privilegiado en su dotación de recursos hídricos, pero registra fuertes asimetrías: el Censo 2010 indica que un 22 por ciento de los 44 millones de habitantes no dispone de agua de red y unas 450.000 familias –sobre todo mujeres y niños- dedican hasta 6 horas diarias para buscar y/o acarrear el agua. Los datos son aportados por el ProHUERTA, en una conferencia dictada por, Andrés Nakab, integrante del equipo de la Coordinación de Transferencia y Extensión. Este programa, con 28 años de trayectoria amplió en sus últimas carteras de proyectos su nivel de intervención y orientó parte de su financiamiento para que las comunidades rurales puedan acceder al uso integral del agua. En 2016 se invirtieron 14,5 millones de pesos para 52 proyectos de acceso a este recurso. En 2017 se apoyó a 164 proyectos con un aporte de 60 millones de pesos y en 2018 ya se llevan ejecutados hasta el mes de octubre 137 proyectos de acceso al agua, por un monto que asciende a 105 millones de pesos. En la Patagonia, en los últimos tres años se invirtieron 20 millones 640 mil pesos en 32 proyectos de agua que fueron ejecutados por agencias y experimentales para 856 mil personas. Algunos indicadores sirven para medir el impacto concreto que sobre la vida de las familias: entre 2016 y 2018, con los proyectos especiales de ProHUERTA unas 11.665 familias mejoraron su acceso integral al agua. “Lo que indican estos números es que a partir de estos proyectos mejora y aumenta la producción de las familias en beneficio de toda la comunidad. Por eso el presupuesto destinado al financiamiento del agua no constituye un gasto del Estado, sino una inversión con fuerte retorno social”.

Vicente Buda, referente de ProHUERTA en Patagonia Norte brinda datos e indicadores al respecto. Por ejemplo, en localidades de Río Negro y Neuquén como Arroyo Tembrado, Ingeniero Jacobacci, Río Chico, San Javier, Viedma, General Conesa, Mainqué, General Roca, Río Colorado, Colipilli, Zapala, comunidades cercanas a San Martín de los Andes “mediante inversiones que demandaron entre 500.000 y 1.000.000 pesos cada una para obras de acceso al agua para la agricultura familiar, por cada peso invertido la sociedad en su conjunto recuperó entre 10 y 15 pesos”, asegura Buda.

AGUA Y AGRICULTURAS

En la Patagonia conviven 12.500 familias de agricultores familiares que desarrollan actividades de relevancia para las economías locales. Crianceros, productores, comunidades de pueblos originarios y pobladores rurales residen y producen hasta en los lugares más alejados de este territorio. Deben afrontar dificultades climáticas, de infraestructura, financieras, de estacionalidad, para acceder con estabilidad a los recursos hídricos necesarios para la producción y la vida.

La región presenta múltiples escenarios donde el acceso y manejo del recurso adquiere diferentes características. El Director del IPAF Región Patagonia-INTA, anfitrión del encuentro, brindó una conferencia para analizar cómo se da el acceso al agua en los grandes y pequeños valles, la meseta central, el este pampeano y la cordillera austral. Y cuáles son los índices de disponibilidad, acceso, abundancia, calidad, gestión y gobernanza de este recurso vital para las familias productoras de la Patagonia. Describió cómo se da la relación de esas variables en las áreas de secano (sin sistemas de riego), donde lo más importante es garantizar la captación y el almacenamiento del agua, que proviene de fuentes muy diversas: vertientes, ríos, arroyos, pozos, lluvia. Analizó también qué sucede con los productores familiares en los grandes valles con sistemas de riego estabilizados, donde la sustentabilidad se basa en la gestión y el drenaje junto al manejo de los suelos. Asimismo, abordó la realidad que viven las familias en los pequeños valles donde se suele requerir la estabilización de los sistemas con obras de infraestructura y organización de los modos de gestión.

Pérez Centeno detalló cuáles son las demandas tecnológicas en la región, en torno al diseño y construcción de infraestructura de captación y almacenamiento para consumo humano y producción, qué desarrollos de sistemas de elevación de agua se requieren para bajar el consumo energético y reducir los costos, y dio a conocer en qué consisten las tecnologías para elevación de agua, mediante el aprovechamiento de energía potencial, cinética y eólica. “Este es el conocimiento que requerimos para ejecutar políticas públicas”, reconoció la subsecretaria de Producción de la provincia de Neuquén, Amalia Sapag. En esa línea también aportaron los investigadores de la Universidad del Comahue, co-organizadores del encuentro. El especialista Federico Horne analizó en detalle cuáles son los desafíos que plantea el cambio climático en tanto agudiza situaciones extremas como sequías prolongadas y precipitaciones torrenciales. Neuquén creó en el año 2011 el Programa Provincial de Agua, que aborda problemáticas de falta o insuficiencia hídrica en áreas rurales, con énfasis en familias con niveles de ingresos insuficientes para resolver el acceso con fines domésticos y productivos.

Hasta el momento la provincia lleva invertidos 120 millones de pesos, 228.675 m de tubería para distribución de agua, 147 tanques de almacenamiento comunitarios, 47 perforaciones y 2.197 metros perforados, 76 estudios hidrogeológicos y 370 captaciones. Los proyectos de agua en los programas de desarrollo rural resultan de suma relevancia y constituyen un 46% del total del financiamiento ejecutado.

PRIORIDADES

Los proyectos de agua para la agricultura familiar implican siempre abordajes diferentes y obras de infraestructura que puedan dar soluciones en estos escenarios tan diversos. Las experiencias que se expusieron en las Jornadas buscan resolver el acceso al recurso con fines múltiples (consumo domiciliario, riego y ganadero) mediante obras para utilizar aguas superficiales y subterráneas como captaciones de vertientes, perforaciones y jagüeles, obras de almacenamiento de conducción por canales y tuberías, almacenamiento en tanques, cisternas, tajamares, y distribución y priorización de usos. En todos los casos la gestión en las diferentes etapas del proceso es fundamental para concretar los objetivos.

El agua es una prioridad para la innovación. “Es importante rescatar la etapa de investigación y generación de conocimiento que comprenden estos procesos de innovación, de manera compartida con los productores y otros actores presentes en el territorio. Esta etapa es fundamental para que luego la implementación de las tecnologías en el predio de las familias, o por parte de las organizaciones que administran el recurso, cause el efecto deseado. Los investigadores utilizan fuentes de información generadas por la misma institución u otros organismos de ciencia y técnica, tales como las bases de datos meteorológicos, de suelos, y generan o adaptan sistemas de bombeo, conducción, riego, potabilización, protocolos de uso, que se incorporan a las condiciones locales.” advirtió la Andrea Maggio, directora del Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Agricultura Familiar (CIPAF).

El agua, un bien común indispensable para que puedan llevarse a cabo procesos biológicos, ecológicos, sociales y productivos. Sin embargo, su distribución no es uniforme en términos geográficos y, más importante aún, el acceso de la población al recurso es inequitativa.

“Nuestro foco desde el INTA está puesto en la gestión inteligente del manejo hídrico, con una mirada integral que priorice tanto lo productivo como lo social y ambiental”, reconoció el Director del Centro Regional Patagonia Norte, Carlos Magdalena.

En nuestro país, con una disponibilidad media anual de casi 21 mil metros cúbicos por habitante, las asimetrías son preocupantes. Las regiones áridas y semiáridas comprenden un 76 por ciento del territorio y disponen del 14% de los recursos hídricos superficiales. “Tomar agua nos da vida”, reitera al término del encuentro Vidal Catalán. “Tomar conciencia nos da agua”, advierte Edith Campos. Y esa advertencia queda registrada en los sistematizadores de las jornadas.

Cuando se logra bombear y conducir el agua desde una toma, arroyo, río o vertiente hasta un puesto en medio de la estepa; cuando se puede almacenar agua para los animales y regar huertas y chacras; cuando las mujeres no necesitan acarrear el agua en baldes para el consumo familiar, se ha logrado mejorar la capacidad productiva y la calidad de vida de la población rural. Esto va más allá del desafío técnico superado: significa arraigo, vivir de la tierra y un futuro productivo. Gana fuerza, entonces, la política que entiende al agua no solo como recurso sino como derecho y bien común.

Cobertura Periodística: María Julieta Calí y Cora Gornitzky (Textos), Sebastián Izaguirre (cámara), Ángel Muñoz (Fotos), Leticia Zavala Rubio (Prensa Ministerio de la Subsecretaría de Producción- Neuquén), Diana Solana (Universidad Nacional del Comahue), Janine Schonwald, Yolanda Romero, Alejandro Mac Donald.

 

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